LOS MURALES DE ARNOLD BELKIN EN LA UAM IZTAPALAPA

  • ARNOLD BELKIN
  • ANTECEDENTES
  • SIGNIFICADO DE LOS MURALES
  • GALERÍAS DE IMÁGENES

Manuel Martiñón Velázquez

Arnold Belkin nació el 9 de diciembre de 1930 en Calgary, Canadá; se naturalizó mexicano en 1981 y falleció el 3 de julio de 1992 en la Ciudad de México (El Siglo de Torreón, 2018). Sus primeros estudios artísticos los realizó en la Vancouver School of Art y en la Banff School of Fine Arts, instituciones en las que incrementó su interés por el movimiento muralista mexicano, ya de por sí conocido por él gracias al pensamiento socialista inculcado por sus padres (El Siglo de Torreón, 2018).

En 1948 emigró a la Ciudad de México, donde ingresó a la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), volviéndose alumno de los artistas Agustín Lazo, Carlos Orozco Romero y Andrés Sánchez Flores (Subdirección de Prensa, 2017a). Su interés por la pintura mural lo llevó a tomar el Taller de Ensayo de Materiales y Plásticos, impartido en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) por José L. Gutiérrez, químico y pintor que perfeccionó las calidades de los materiales de la pintura para uso pictórico de secado rápido (Tibol, 1986).

En los años cincuenta comenzó a colaborar con David Alfaro Siqueiros, integrándose al trabajo de los murales Patricios y patricidas, pintado en la escalera principal de la ex Aduana de Santo Domingo entre 1944 y 1974, y Tormento de Cuauhtémoc y Apoteosis de Cuauhtémoc, realizado en 1951 en el Palacio de Bellas Artes (Navarro, 2019). En esta misma década se incorporó al trabajo artístico colaborativo promovido por el Departamento de Danza del INBA, dirigido por Miguel Covarrubias (1950-1952), con el fin de materializar el proyecto nacionalista, revolucionario e indigenista de la danza moderna mexicana (Tortajada, 2004 y 2011). Su aporte lo llevó a cabo mediante el diseño de vestuarios y escenografías para las distintas coreografías en escena, actividad que extendió a las producciones teatrales, lo hizo acreedor al premio a la mejor escenografía de la Asociación de Críticos Teatrales en 1961, y continuó realizando hasta los años ochenta (Tibol, 1986; Tortajada, 2011; Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado "La Esmeralda", s/f).

El acercamiento con la danza mexicana influyó profundamente en su trabajo como artista plástico al hacerle ver “los murales de la escuela de pintura mexicana convertidos en movimiento” (Belkin, citado en Tortajada, 2011), enriqueciéndolo en cuanto al “dominio del espacio y el planteamiento dinámico de las composiciones plásticas” (Tibol, 1986) y, en suma, profundizando su atracción y vocación hacia la expresión muralista, la cual cultivó a cada instante durante su estancia en México. Así, en 1952 pintó el primer mural de su autoría, “¡El pueblo no quiere la guerra!”, en las instalaciones del IPN, que sin embargo fue destruido sin haber pervivido boceto alguno (Tibol, 1986). En 1959, trabajó en el mural portátil “Levantamiento del Guetto de Varsovia”, que posteriormente, en 1963, se instaló en el Centro Comunitario Judío de Vancouver (Tibol, 1986; Subdirección de Prensa, 2017b).

Entre 1960 y 1961, pintó el mural “Todos somos culpables” en las instalaciones de la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla del entonces Distrito Federal, el cual fue parcialmente dañado en 1980 (Tibol, 1986; Quijano, 2009). En 1963, realizó el mural “A nuestra generación corresponde decidir” en el Centro Pedagógico Infantil del Instituto Nacional de Protección a la Infancia, el cual fue destruido en 1964 por orden de su entonces directora y esposa del presidente Adolfo López Mateos, Eva Sámano (Tibol, 1986). En 1972, pintó “Contra el colonialismo doméstico”, en un muro del pauperizado y marginado barrio neoyorquino conocido como Hell's Kitchen (Tibol, 1986).

No obstante, fue en los años ochenta cuando su actividad muralista se intensificó, dando vida a “Los Prometeos”, concluido en 1987 bajo el auspicio de los gobiernos mexicano y nicaragüense, e instalado en el Palacio Nacional de Nicaragua (hoy Palacio de Cultura) (Cruz, 2017); “Tlatelolco, lugar de sacrificio”, pintado en 1989 y desde entonces ubicado en el vestíbulo de la biblioteca del Centro Cultural Mexiquense (Edoméx Informa, 2018); y, por supuesto, el conjunto de murales que embellece las instalaciones de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, creado entre 1982 y 1988.

A lo largo de su obra, Belkin dejó en claro su compromiso intelectual con la lucha contra la represión, la injusticia y la desigualdad (Subdirección de Prensa, 2017a). Sin atisbos, dio cuenta del sufrimiento y dolor de la condición humana, pero también de sus posibilidades de transformación para gestar un mundo mejor (Subdirección de Prensa, 2017a). Su estancia en México lo convirtió en un sincero y consciente ciudadano de Latinoamérica, así como en un artista afiliado a las luchas liberadoras y convencido de las bondades del trabajo colaborativo aplicado al quehacer creativo (Tibol, 1986).

Fuentes consultadas
Cruz Domínguez, Jorge Alejandro (2017, julio-diciembre). “La visión revolucionaria de Arnold Belkin. México y Nicaragua ante sus íconos”. Tzintzun. Revista de Estudios Históricos, 66, pp. 169-205. Recuperado el 4 de abril de 2021 de http://www.tzintzun.umich.mx/index.php/TZN/article/view/644

Edoméx Informa (2018, 14 de marzo). Presentan la conferencia ‘El mural: Tlatelolco, lugar del sacrificio de Arnold Belkin’. Recuperado el 4 de abril de 2021 de http://edomexinforma.com.mx/2018/03/conferencia-el-mural-tlatelolco-lugar-del-sacrificio-de-arnold-belkin/

El Siglo de Torreón (2018, 3 de julio). 1992: Acaban los días Arnold Belkin, reconocido artista plástico canadiense. Recuperado el el 4 de abril de 2021 de https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1476365.1992-acaban-los-dias-arnold-belkin-reconocido-artista-plastico-canadiense.html

Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado "La Esmeralda" (s/f). Arnold Belkin. Recuperado el 4 de abril de 2021 de https://www.esmeralda.edu.mx/arnold-belkin

Navarro, Sheilla (2019, 15 de octubre). "El muralismo mexicano en el Palacio de Bellas Artes". Centro urbano. Recuperado el 4 de abril de 2021 de https://centrourbano.com/2019/10/15/El-Muralismo-Mexicano-En-El-Palacio-De-Bellas-Artes/

Quijano Ferrer, Patricia (2008). “Evolución histórica de la mujer en el arte público en México”. Crónicas, 13, pp. 103-124. Recuperado el 4 de abril de 2021 de http://www.revistas.unam.mx/index.php/cronicas/article/view/17288

Subdirección de Prensa (2017a, 4 de julio). “Arnold Belkin, un artista que centro su interés en la condición humana”. Boletín núm. 883. Ciudad de México: Instituto Nacional de Bellas Artes. Recuperado el 4 de abril de 2021 de https://inba.gob.mx/prensa/6115/arnold-belkin-un-artista-que-centro-su-interes-en-la-condicion-humana

Subdirección de Prensa (2017b, 30 de junio). “El INBA recordará al artista plástico Arnold Belkin en su 25 aniversario luctuoso”. Boletín núm. 866. Ciudad de México: Instituto Nacional de Bellas Artes. Recuperado el 4 de abril de 2021 de https://inba.gob.mx/prensa/6080/el-inba-recordara-al-artista-plastico-arnold-belkin-en-su-25-aniversario-luctuoso

Tibol, Raquel (1986, noviembre). “El laboratorio muralístico de Arnold Belkin”. Revista de la Universidad de México, 430, pp. 29-32. Recuperado el 4 de abril de 2021 de https://www.revistadelauniversidad.mx/download/1f23239b-21b8-4806-945d-ed5ffab1512e?filename=430

Tortajada Quiroz, Margarita (2004, julio-agosto). “Bailar la patria y la Revolución”. Revista Casa del Tiempo, pp. 56-65. Recuperado el 4 de abril de 2021 de http://www.uam.mx/difusion/revista/julio2004/tortajada.html

Tortajada Quiroz, Margarita (2011, primavera). “Arte escénico: las eras de Diaghilev y Covarrubias”. Investigación teatral, 1 (1), pp. 101-123. Recuperado el 4 de abril de 2021 de https://investigacionteatral.uv.mx/index.php/investigacionteatral/article/view/1037

En 1982, el rector de la UAM Iztapalapa, Dr. Adolfo Rosado, invitó a Arnold Belkin a impartir un taller práctico de muralismo, en el que se mostrarían las técnicas y procedimientos actuales, participarían miembros de la comunidad universitaria y culminaría con la realización de un mural. Respecto a ésta último, Belkin organizó diversas reuniones y conferencias con directivos, docentes y estudiantes con el fin de discutir los temas y elementos pictóricos que se abordarían.

Para decidir el lugar donde se plasmaría el mural, el artista recorrió los distintos espacios de la Unidad, conversó con la comunidad universitaria y tomó fotografías de diversos aspectos de la cotidianidad institucional. Con base en ello, se determinó que el área circundante al Teatro del Fuego Nuevo, recientemente inaugurado, era uno de los sitios de mayor congregación, además de que dicho recinto requería un realce visual que lo identificara y destacara. En consecuencia, serían sus fachadas norte y poniente las destinadas a convertirse en mural.

Así las cosas, la creación del mural comenzó con el muro norte, el 1 de agosto de 1983, y concluyó con el muro poniente el 22 de junio de 1984. En tal empresa colaboraron 6 estudiantes de artes plásticas y 22 estudiantes del plantel. De esta manera, logró que la comunidad hiciera de los murales una parte suya, de su visualidad y de su experiencia cotidiana.

Manuel Martiñón Velázquez

EL MURO DE LOS PLANTEAMIENTOS: IMÁGENES DE NUESTROS DÍAS (TESIS Y ANTÍTESIS)

Inaugurado en septiembre de 1984 con motivo del décimo aniversario de la Unidad, Imágenes de nuestros días exalta las fecundas consecuencias de la relación de los universitarios (estudiantes, maestros, investigadores, funcionarios, asistentes) con la actualidad nacional y continental, al mismo tiempo que reitera que la juventud que accede al privilegio de una educación superior no puede ni debe desprenderse del amplio piso social de los sectores populares, significados aquí por la figura de una campesina y por núcleos de poblaciones marginadas. En este sentido, los universitarios tal vez se sumerjan en el estudio cerrando ojos y oídos a la realidad, pero ésta se hará presente de todas maneras, pues las acciones multitudinarias de lucha, como las huelgas y las protestas, así como las organizaciones sociales, gremiales y vecinales inundan los espacios de una sociedad que se mueve y participa a pesar de la dependencia, la revolución científico-técnica, la descomposición del átomo y la salida del hombre al espacio cósmico.

EL MURO DE LAS SOLUCIONES: UNA UTOPÍA POSIBLE (SÍNTESIS)

La juventud, pues, legitimará sus conocimientos en tanto los utilice para beneficio de la comunidad, haciendo causa común con trabajadores y campesinos, y abriéndose a la comprensión de los problemas que afectan a pueblos hermanos empeñados en su liberación. De este modo, marchará hacia un porvenir más pleno y generoso, mirando siempre con los ojos muy abiertos. Será, pues, la portadora del Fuego Nuevo, del nuevo canto, del nuevo diálogo, del nuevo amor, de la nueva convivencia, de las nuevas alegrías y las nuevas construcciones. Con una lógica dialéctica, el mural contrasta los paradigmas de la enseñanza científica, humanística y técnica con la realidad de desigualdad e injusticia, de cuya confrontación habrá de surgir la renovación y la trascendencia de los ciclos vitales.

Por último, cabe mencionar que el uso alternado de figuras completas y semicompletas, así como grandes cabezas evocadoras del arte olmeca, junto con la profusa utilización de perfiles resonantes y ecos visuales, le otorgó a la superficie del mural una dinámica que, sin afectar, romper o agredir la arquitectura, deshace el estatismo del muy largo rectángulo escuadrado. Además, toda pintura transcurre en dos dimensiones con excepción de la pareja dialogante, que está inserta en un espacio virtualmente tridimensional que ahueca ilusoriamente la pared y crea un foco de luminoso lirismo.

EL HOMBRE Y EL COSMOS: GÉNESIS DE UN NUEVO ORDEN
La realización de El hombre y el cosmos, el último de los murales de la Unidad Iztapalapa, fue fruto de la convicción de Belkin por el trabajo interdisciplinario que, para él, enriquece el concepto y desarrollo iconográfico de las obras artísticas. En consonancia con ello, solicitó a la poeta Verónica Volkow un guion que abordara los temas del génesis y la renovación del ciclo vital, del que se desprendería el mural más lírico y más poético de todos, con el que se cierra el ciclo de los cuatro murales en los que el artista buscó plasmar los cuatro aspectos de la lucha humana para lograr el esplendor: la contienda social, los conocimientos científicos, técnicos y humanísticos, la elevación espiritual del ser humano, y la trascendencia.

El mural se basa en la iconografía altamente poética y metafórica de los arcanos del Tarot, que representa al futuro que la universidad debe construir con base en el aprendizaje y en la crítica de las experiencias acumuladas en el pasado. El futuro es, pues, esperanza y reconocimiento del pasado. El tiempo, concebido dialécticamente, tiene un desarrollo en espiral, con un regreso al círculo del pasado pero, también, con una trascendencia del mismo. En este tenor, el Cerro de la Estrella encarna el pasado, el de los antiguos mexicanos, las pirámides prehispánicas, el campesinado y las luchas libertarias. Es un pasado que pervive en el paisaje actual de Iztapalapa, a partir de cuya transformación creativa tiene que darse el camino hacia el futuro.

Dos partes componen El hombre y el cosmos, en las cuales se contraponen atmósferas diurnas y nocturnas. En la primera, el muro sur, se representa la esperanza y las potencialidades del futuro, bajo la efigie de La Estrella, símbolo del arcano XVII. La esperanza descansa en la mujer arrodillada que recibe la iluminación de la estrella para fecundar con su energía creativa a la Tierra. En la parte superior se encuentra una representación realista de Iztapalapa con el Cerro de la Estrella a la izquierda, sobre el que se recorta tenuemente, en pequeño, la figura del campesino que aparece en el muro oriente. Aquí, el paisaje es diurno, pero el cielo, como en el famoso cuadro de Magritte, es nocturno y estrellado.

La mano derecha de la mujer, que aparece levantada, vierte una luz con un movimiento en espiral; la mano izquierda deja fluir agua, representada en azul oscuro, citando al agua con estrellas figuradas como ojos de los códices náhuatl, que es un eco visual de la cabellera estrellada del rostro femenino que corona el lado oriente del mural. Del agua surge un lago hacia la izquierda, y hacia el lado derecho aparece una representación realista de las pirámides de Xochicalco, en las que fue asesinado Rubén Jaramillo, su esposa embarazada y dos sobrinos.

Dentro de la tradición simbólica esotérica, la génesis de un nuevo orden, la renovación a través de un juicio crítico, el parto del nuevo individuo y la toma de conciencia son representadas por el arcano XX: el Juicio Final. Éste aparece en la segunda parte del mural, el muro oriente, aunque transformado en el Eon de la Nueva Era, de Alister Crowley, el cual, a su vez, está personificado en tres figuras humanas que se contienen la una a la otra, como muñecas rusas: las de Hadit, que representa la ubicuidad; Nut, la diosa egipcia del cielo que al anochecer engulle al Sol y por la mañana da luz otra vez, y entre ambos, Horus, hijo de ambos, el dios solar que presidirá la nueva era.

Así, en el mural aparece el arcángel que toca una trompeta para anunciar el nuevo orden de cosas ante varias figuras que salen de sus tumbas. Debajo de él se observa la unión de lo masculino y lo femenino en la figura cósmica de dos caras que encierra y da origen a la figura central, naciente, que es la del campesino con una antorcha en una mano y una hoz en la otra, instrumentos que simbolizan la conciencia y el cambio, en ese orden.

En la historia de México, Emiliano Zapata y Rubén Jaramillo, ambos campesinos, encarnaron la avanzada de la lucha por la justicia social, la misma que otorga las grandes lecciones del futuro y que es la base de las nuevas posibilidades del mañana. En suma, es el individuo, a través de la trasformación crítica de sí mismo y de la sociedad, el que creará un nuevo orden de cosas. Es el campesino que porta el nuevo fuego. Es Prometeo, es la promesa.

Asimismo, los elementos simbólicos remiten a la necesidad de una mayor armonía, una mayor unión entre el individuo y el entorno, representado por el cosmos, la cual se corresponderá con la justicia social del nuevo orden. Esta idea de integración renovada del individuo y el universo es característica esencial de la sabiduría de las viejas culturas precolombinas, las cuales están presentes mediante las estrellas de los códices precolombinos. Un camino consciente y creativo hacia el futuro pasa por la comprensión del pasado, y por su relación con la naturaleza.  Ese futuro que es visto como el necesario reencuentro con los ciclos creativos y renovadores de la naturaleza, que simboliza las potencialidades siempre abiertas y siempre presentes.

FUENTES CONSULTADAS

Belkin, Arnold (1988). Murales. México: Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa.

Belkin, Arnold (s/f). Datos sobre el mural en las fachadas norte y poniente del Teatro del Fuego Nuevo.

Martiñón Velázquez, Manuel (s/f). Nuestro Patrimonio. México: Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa (40 aportaciones de la UAM-Iztapalapa).

Tibol, Raquel. Para ubicar Imágenes de nuestros días.

  • ARNOLD BELKIN
  • ANTECEDENTES
  • SIGNIFICADO DE LOS MURALES
  • GALERÍAS DE IMÁGENES

Manuel Martiñón Velázquez

Arnold Belkin nació el 9 de diciembre de 1930 en Calgary, Canadá; se naturalizó mexicano en 1981 y falleció el 3 de julio de 1992 en la Ciudad de México (El Siglo de Torreón, 2018). Sus primeros estudios artísticos los realizó en la Vancouver School of Art y en la Banff School of Fine Arts, instituciones en las que incrementó su interés por el movimiento muralista mexicano, ya de por sí conocido por él gracias al pensamiento socialista inculcado por sus padres (El Siglo de Torreón, 2018).

En 1948 emigró a la Ciudad de México, donde ingresó a la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), volviéndose alumno de los artistas Agustín Lazo, Carlos Orozco Romero y Andrés Sánchez Flores (Subdirección de Prensa, 2017a). Su interés por la pintura mural lo llevó a tomar el Taller de Ensayo de Materiales y Plásticos, impartido en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) por José L. Gutiérrez, químico y pintor que perfeccionó las calidades de los materiales de la pintura para uso pictórico de secado rápido (Tibol, 1986).

En los años cincuenta comenzó a colaborar con David Alfaro Siqueiros, integrándose al trabajo de los murales Patricios y patricidas, pintado en la escalera principal de la ex Aduana de Santo Domingo entre 1944 y 1974, y Tormento de Cuauhtémoc y Apoteosis de Cuauhtémoc, realizado en 1951 en el Palacio de Bellas Artes (Navarro, 2019). En esta misma década se incorporó al trabajo artístico colaborativo promovido por el Departamento de Danza del INBA, dirigido por Miguel Covarrubias (1950-1952), con el fin de materializar el proyecto nacionalista, revolucionario e indigenista de la danza moderna mexicana (Tortajada, 2004 y 2011). Su aporte lo llevó a cabo mediante el diseño de vestuarios y escenografías para las distintas coreografías en escena, actividad que extendió a las producciones teatrales, lo hizo acreedor al premio a la mejor escenografía de la Asociación de Críticos Teatrales en 1961, y continuó realizando hasta los años ochenta (Tibol, 1986; Tortajada, 2011; Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado "La Esmeralda", s/f).

El acercamiento con la danza mexicana influyó profundamente en su trabajo como artista plástico al hacerle ver “los murales de la escuela de pintura mexicana convertidos en movimiento” (Belkin, citado en Tortajada, 2011), enriqueciéndolo en cuanto al “dominio del espacio y el planteamiento dinámico de las composiciones plásticas” (Tibol, 1986) y, en suma, profundizando su atracción y vocación hacia la expresión muralista, la cual cultivó a cada instante durante su estancia en México. Así, en 1952 pintó el primer mural de su autoría, “¡El pueblo no quiere la guerra!”, en las instalaciones del IPN, que sin embargo fue destruido sin haber pervivido boceto alguno (Tibol, 1986). En 1959, trabajó en el mural portátil “Levantamiento del Guetto de Varsovia”, que posteriormente, en 1963, se instaló en el Centro Comunitario Judío de Vancouver (Tibol, 1986; Subdirección de Prensa, 2017b).

Entre 1960 y 1961, pintó el mural “Todos somos culpables” en las instalaciones de la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla del entonces Distrito Federal, el cual fue parcialmente dañado en 1980 (Tibol, 1986; Quijano, 2009). En 1963, realizó el mural “A nuestra generación corresponde decidir” en el Centro Pedagógico Infantil del Instituto Nacional de Protección a la Infancia, el cual fue destruido en 1964 por orden de su entonces directora y esposa del presidente Adolfo López Mateos, Eva Sámano (Tibol, 1986). En 1972, pintó “Contra el colonialismo doméstico”, en un muro del pauperizado y marginado barrio neoyorquino conocido como Hell's Kitchen (Tibol, 1986).

No obstante, fue en los años ochenta cuando su actividad muralista se intensificó, dando vida a “Los Prometeos”, concluido en 1987 bajo el auspicio de los gobiernos mexicano y nicaragüense, e instalado en el Palacio Nacional de Nicaragua (hoy Palacio de Cultura) (Cruz, 2017); “Tlatelolco, lugar de sacrificio”, pintado en 1989 y desde entonces ubicado en el vestíbulo de la biblioteca del Centro Cultural Mexiquense (Edoméx Informa, 2018); y, por supuesto, el conjunto de murales que embellece las instalaciones de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, creado entre 1982 y 1988.

A lo largo de su obra, Belkin dejó en claro su compromiso intelectual con la lucha contra la represión, la injusticia y la desigualdad (Subdirección de Prensa, 2017a). Sin atisbos, dio cuenta del sufrimiento y dolor de la condición humana, pero también de sus posibilidades de transformación para gestar un mundo mejor (Subdirección de Prensa, 2017a). Su estancia en México lo convirtió en un sincero y consciente ciudadano de Latinoamérica, así como en un artista afiliado a las luchas liberadoras y convencido de las bondades del trabajo colaborativo aplicado al quehacer creativo (Tibol, 1986).

Fuentes consultadas
Cruz Domínguez, Jorge Alejandro (2017, julio-diciembre). “La visión revolucionaria de Arnold Belkin. México y Nicaragua ante sus íconos”. Tzintzun. Revista de Estudios Históricos, 66, pp. 169-205. Recuperado el 4 de abril de 2021 de http://www.tzintzun.umich.mx/index.php/TZN/article/view/644

Edoméx Informa (2018, 14 de marzo). Presentan la conferencia ‘El mural: Tlatelolco, lugar del sacrificio de Arnold Belkin’. Recuperado el 4 de abril de 2021 de http://edomexinforma.com.mx/2018/03/conferencia-el-mural-tlatelolco-lugar-del-sacrificio-de-arnold-belkin/

El Siglo de Torreón (2018, 3 de julio). 1992: Acaban los días Arnold Belkin, reconocido artista plástico canadiense. Recuperado el el 4 de abril de 2021 de https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1476365.1992-acaban-los-dias-arnold-belkin-reconocido-artista-plastico-canadiense.html

Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado "La Esmeralda" (s/f). Arnold Belkin. Recuperado el 4 de abril de 2021 de https://www.esmeralda.edu.mx/arnold-belkin

Navarro, Sheilla (2019, 15 de octubre). "El muralismo mexicano en el Palacio de Bellas Artes". Centro urbano. Recuperado el 4 de abril de 2021 de https://centrourbano.com/2019/10/15/El-Muralismo-Mexicano-En-El-Palacio-De-Bellas-Artes/

Quijano Ferrer, Patricia (2008). “Evolución histórica de la mujer en el arte público en México”. Crónicas, 13, pp. 103-124. Recuperado el 4 de abril de 2021 de http://www.revistas.unam.mx/index.php/cronicas/article/view/17288

Subdirección de Prensa (2017a, 4 de julio). “Arnold Belkin, un artista que centro su interés en la condición humana”. Boletín núm. 883. Ciudad de México: Instituto Nacional de Bellas Artes. Recuperado el 4 de abril de 2021 de https://inba.gob.mx/prensa/6115/arnold-belkin-un-artista-que-centro-su-interes-en-la-condicion-humana

Subdirección de Prensa (2017b, 30 de junio). “El INBA recordará al artista plástico Arnold Belkin en su 25 aniversario luctuoso”. Boletín núm. 866. Ciudad de México: Instituto Nacional de Bellas Artes. Recuperado el 4 de abril de 2021 de https://inba.gob.mx/prensa/6080/el-inba-recordara-al-artista-plastico-arnold-belkin-en-su-25-aniversario-luctuoso

Tibol, Raquel (1986, noviembre). “El laboratorio muralístico de Arnold Belkin”. Revista de la Universidad de México, 430, pp. 29-32. Recuperado el 4 de abril de 2021 de https://www.revistadelauniversidad.mx/download/1f23239b-21b8-4806-945d-ed5ffab1512e?filename=430

Tortajada Quiroz, Margarita (2004, julio-agosto). “Bailar la patria y la Revolución”. Revista Casa del Tiempo, pp. 56-65. Recuperado el 4 de abril de 2021 de http://www.uam.mx/difusion/revista/julio2004/tortajada.html

Tortajada Quiroz, Margarita (2011, primavera). “Arte escénico: las eras de Diaghilev y Covarrubias”. Investigación teatral, 1 (1), pp. 101-123. Recuperado el 4 de abril de 2021 de https://investigacionteatral.uv.mx/index.php/investigacionteatral/article/view/1037

En 1982, el rector de la UAM Iztapalapa, Dr. Adolfo Rosado, invitó a Arnold Belkin a impartir un taller práctico de muralismo, en el que se mostrarían las técnicas y procedimientos actuales, participarían miembros de la comunidad universitaria y culminaría con la realización de un mural. Respecto a ésta último, Belkin organizó diversas reuniones y conferencias con directivos, docentes y estudiantes con el fin de discutir los temas y elementos pictóricos que se abordarían.

Para decidir el lugar donde se plasmaría el mural, el artista recorrió los distintos espacios de la Unidad, conversó con la comunidad universitaria y tomó fotografías de diversos aspectos de la cotidianidad institucional. Con base en ello, se determinó que el área circundante al Teatro del Fuego Nuevo, recientemente inaugurado, era uno de los sitios de mayor congregación, además de que dicho recinto requería un realce visual que lo identificara y destacara. En consecuencia, serían sus fachadas norte y poniente las destinadas a convertirse en mural.

Así las cosas, la creación del mural comenzó con el muro norte, el 1 de agosto de 1983, y concluyó con el muro poniente el 22 de junio de 1984. En tal empresa colaboraron 6 estudiantes de artes plásticas y 22 estudiantes del plantel. De esta manera, logró que la comunidad hiciera de los murales una parte suya, de su visualidad y de su experiencia cotidiana.

Manuel Martiñón Velázquez

EL MURO DE LOS PLANTEAMIENTOS: IMÁGENES DE NUESTROS DÍAS (TESIS Y ANTÍTESIS)

Inaugurado en septiembre de 1984 con motivo del décimo aniversario de la Unidad, Imágenes de nuestros días exalta las fecundas consecuencias de la relación de los universitarios (estudiantes, maestros, investigadores, funcionarios, asistentes) con la actualidad nacional y continental, al mismo tiempo que reitera que la juventud que accede al privilegio de una educación superior no puede ni debe desprenderse del amplio piso social de los sectores populares, significados aquí por la figura de una campesina y por núcleos de poblaciones marginadas. En este sentido, los universitarios tal vez se sumerjan en el estudio cerrando ojos y oídos a la realidad, pero ésta se hará presente de todas maneras, pues las acciones multitudinarias de lucha, como las huelgas y las protestas, así como las organizaciones sociales, gremiales y vecinales inundan los espacios de una sociedad que se mueve y participa a pesar de la dependencia, la revolución científico-técnica, la descomposición del átomo y la salida del hombre al espacio cósmico.

EL MURO DE LAS SOLUCIONES: UNA UTOPÍA POSIBLE (SÍNTESIS)

La juventud, pues, legitimará sus conocimientos en tanto los utilice para beneficio de la comunidad, haciendo causa común con trabajadores y campesinos, y abriéndose a la comprensión de los problemas que afectan a pueblos hermanos empeñados en su liberación. De este modo, marchará hacia un porvenir más pleno y generoso, mirando siempre con los ojos muy abiertos. Será, pues, la portadora del Fuego Nuevo, del nuevo canto, del nuevo diálogo, del nuevo amor, de la nueva convivencia, de las nuevas alegrías y las nuevas construcciones. Con una lógica dialéctica, el mural contrasta los paradigmas de la enseñanza científica, humanística y técnica con la realidad de desigualdad e injusticia, de cuya confrontación habrá de surgir la renovación y la trascendencia de los ciclos vitales.

Por último, cabe mencionar que el uso alternado de figuras completas y semicompletas, así como grandes cabezas evocadoras del arte olmeca, junto con la profusa utilización de perfiles resonantes y ecos visuales, le otorgó a la superficie del mural una dinámica que, sin afectar, romper o agredir la arquitectura, deshace el estatismo del muy largo rectángulo escuadrado. Además, toda pintura transcurre en dos dimensiones con excepción de la pareja dialogante, que está inserta en un espacio virtualmente tridimensional que ahueca ilusoriamente la pared y crea un foco de luminoso lirismo.

EL HOMBRE Y EL COSMOS: GÉNESIS DE UN NUEVO ORDEN
La realización de El hombre y el cosmos, el último de los murales de la Unidad Iztapalapa, fue fruto de la convicción de Belkin por el trabajo interdisciplinario que, para él, enriquece el concepto y desarrollo iconográfico de las obras artísticas. En consonancia con ello, solicitó a la poeta Verónica Volkow un guion que abordara los temas del génesis y la renovación del ciclo vital, del que se desprendería el mural más lírico y más poético de todos, con el que se cierra el ciclo de los cuatro murales en los que el artista buscó plasmar los cuatro aspectos de la lucha humana para lograr el esplendor: la contienda social, los conocimientos científicos, técnicos y humanísticos, la elevación espiritual del ser humano, y la trascendencia.

El mural se basa en la iconografía altamente poética y metafórica de los arcanos del Tarot, que representa al futuro que la universidad debe construir con base en el aprendizaje y en la crítica de las experiencias acumuladas en el pasado. El futuro es, pues, esperanza y reconocimiento del pasado. El tiempo, concebido dialécticamente, tiene un desarrollo en espiral, con un regreso al círculo del pasado pero, también, con una trascendencia del mismo. En este tenor, el Cerro de la Estrella encarna el pasado, el de los antiguos mexicanos, las pirámides prehispánicas, el campesinado y las luchas libertarias. Es un pasado que pervive en el paisaje actual de Iztapalapa, a partir de cuya transformación creativa tiene que darse el camino hacia el futuro.

Dos partes componen El hombre y el cosmos, en las cuales se contraponen atmósferas diurnas y nocturnas. En la primera, el muro sur, se representa la esperanza y las potencialidades del futuro, bajo la efigie de La Estrella, símbolo del arcano XVII. La esperanza descansa en la mujer arrodillada que recibe la iluminación de la estrella para fecundar con su energía creativa a la Tierra. En la parte superior se encuentra una representación realista de Iztapalapa con el Cerro de la Estrella a la izquierda, sobre el que se recorta tenuemente, en pequeño, la figura del campesino que aparece en el muro oriente. Aquí, el paisaje es diurno, pero el cielo, como en el famoso cuadro de Magritte, es nocturno y estrellado.

La mano derecha de la mujer, que aparece levantada, vierte una luz con un movimiento en espiral; la mano izquierda deja fluir agua, representada en azul oscuro, citando al agua con estrellas figuradas como ojos de los códices náhuatl, que es un eco visual de la cabellera estrellada del rostro femenino que corona el lado oriente del mural. Del agua surge un lago hacia la izquierda, y hacia el lado derecho aparece una representación realista de las pirámides de Xochicalco, en las que fue asesinado Rubén Jaramillo, su esposa embarazada y dos sobrinos.

Dentro de la tradición simbólica esotérica, la génesis de un nuevo orden, la renovación a través de un juicio crítico, el parto del nuevo individuo y la toma de conciencia son representadas por el arcano XX: el Juicio Final. Éste aparece en la segunda parte del mural, el muro oriente, aunque transformado en el Eon de la Nueva Era, de Alister Crowley, el cual, a su vez, está personificado en tres figuras humanas que se contienen la una a la otra, como muñecas rusas: las de Hadit, que representa la ubicuidad; Nut, la diosa egipcia del cielo que al anochecer engulle al Sol y por la mañana da luz otra vez, y entre ambos, Horus, hijo de ambos, el dios solar que presidirá la nueva era.

Así, en el mural aparece el arcángel que toca una trompeta para anunciar el nuevo orden de cosas ante varias figuras que salen de sus tumbas. Debajo de él se observa la unión de lo masculino y lo femenino en la figura cósmica de dos caras que encierra y da origen a la figura central, naciente, que es la del campesino con una antorcha en una mano y una hoz en la otra, instrumentos que simbolizan la conciencia y el cambio, en ese orden.

En la historia de México, Emiliano Zapata y Rubén Jaramillo, ambos campesinos, encarnaron la avanzada de la lucha por la justicia social, la misma que otorga las grandes lecciones del futuro y que es la base de las nuevas posibilidades del mañana. En suma, es el individuo, a través de la trasformación crítica de sí mismo y de la sociedad, el que creará un nuevo orden de cosas. Es el campesino que porta el nuevo fuego. Es Prometeo, es la promesa.

Asimismo, los elementos simbólicos remiten a la necesidad de una mayor armonía, una mayor unión entre el individuo y el entorno, representado por el cosmos, la cual se corresponderá con la justicia social del nuevo orden. Esta idea de integración renovada del individuo y el universo es característica esencial de la sabiduría de las viejas culturas precolombinas, las cuales están presentes mediante las estrellas de los códices precolombinos. Un camino consciente y creativo hacia el futuro pasa por la comprensión del pasado, y por su relación con la naturaleza.  Ese futuro que es visto como el necesario reencuentro con los ciclos creativos y renovadores de la naturaleza, que simboliza las potencialidades siempre abiertas y siempre presentes.

FUENTES CONSULTADAS

Belkin, Arnold (1988). Murales. México: Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa.

Belkin, Arnold (s/f). Datos sobre el mural en las fachadas norte y poniente del Teatro del Fuego Nuevo.

Martiñón Velázquez, Manuel (s/f). Nuestro Patrimonio. México: Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa (40 aportaciones de la UAM-Iztapalapa).

Tibol, Raquel. Para ubicar Imágenes de nuestros días.

EL PROCESO DE CREACIÓN

Durante la creación del mural El muro de los planteamientos, Arnold Belkin contó con la colaboración de 6 estudiantes de artes plásticas y 22 estudiantes del plantel. Para el mural  El hombre y el cosmos participaron los jóvenes pintores Maribel Avilés, Luis Felipe de la Torre, Mario E. Díaz, Leonora González y Rosaura Sotelo Salas. Además de Ernesto Ronces, Orestes Monsreal, Rosalío Islas, Patricia Quijano y Claudia Lorena Balboa.

Fotos: /ARCHIVO UAM

LA COMUNIDAD UAMI Y LOS MURALES

Los murales… son mudos testigos de la tensión entre la búsqueda de superación individual y la prevalencia de las problemáticas humanas, pero también de las pequeñas grandes transformaciones del entorno social que, a modo de síntesis, se logran cuando la tensión se supera y se dirige al beneficio colectivo.

Son también la compañía cotidiana de los éxitos escolares, las decepciones personales y los momentos de ocio. Son el punto de reunión para las amistades duraderas y los amores universitarios.

En ellos confluyen la academia, la cultura y la investigación, figurada y literalmente. Ahí se signa la conclusión de la etapa universitaria, en medio de la felicidad por el título conseguido. Generaciones pasaron, generaciones seguirán, y en todo momento habrán de reiterar el compromiso de las y los estudiantes, docentes y personal laboral e institucional para con el pasado, el presente y el futuro.

Fotos: ARTURO SCHMITTHER

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