“LA UAM ME DIO LA OPORTUNIDAD DE SOÑAR E IMAGINAR”, PATRICIA DOLORES DÁVILA ARANDA

Patricia Dolores Dávila Aranda
Fotografía de Jesús Guillermo Hernández Ortiz

Con una afable sonrisa, la doctora Patricia Dolores Dávila Aranda recibió a Cemanáhuac en las oficinas de la Secretaría General de la UNAM, instancia que, desde Antonio Caso (1910-1911) hasta Leonardo Lomelí Venegas (2015-2023), siempre había dirigido un hombre. Ahora, después de 113 años, por primera ocasión, tiene como titular a una académica. Al abrirse la puerta, nos recibió un golpe de luz que emanaba de su iluminada oficina ubicada en el séptimo piso de la Torre de Rectoría General, más aún nos iluminó su cálido recibimiento para conversar acerca de su paso por la UAM-I, dónde fue alumna de la segunda generación de la licenciatura en Biología.

“Nací y crecí en Iztapalapa, una Iztapalapa muy diferente de la que es ahora. Entonces había granjas, en mi casa teníamos animales, gallinas, puercos. Empecé a trabajar desde muy joven, desde los 15 años, porque había que ayudar a la familia, éramos una familia pobre. Cuando decido estudiar Biología, conocía poco de la UAM, porque era muy incipiente, así que me dirigí a Ciudad Universitaria. En esas épocas, venir a la UNAM desde Iztapalapa era toda una odisea, porque no había los medios de comunicación que hay ahora. Entonces fui a la Facultad de Ciencias, era el único lugar en la UNAM, en ese momento, donde se impartía la carrera de Biología. Encontré algo que no pude resolver: había un turno único, exigía tiempo completo; yo no podía con eso porque trabajaba.

Me enteré de la Metropolitana por mi madre. Ella me dijo: ‘Está la Metropolitana, ¿por qué no te das una vuelta?’. No sé dónde se enteró, tal vez en el periódico, que tenían la carrera de Biología. Fui a la Metro y me encontré que desde el principio fue muy visionaria: empezaron con dos turnos, matutino y vespertino. Para mí fue la gran solución, porque me permitió estudiar y trabajar. Además, tuve la fortuna, no sólo yo, sino las generaciones que entramos muy pronto, que muchos de los profesores venían de la UNAM, el curso de Ecología de Comunidades me lo impartió el doctor José Sarukhan Kermez, reconocido biólogo.

De aquella época, recuerdo que me tocó abrir cajas, desempacar las balanzas, los microscopios, armarlos, era todo nuevo. La Unidad me gustó desde que llegué, pues la veía grandísima, ahora sé que sólo eran cinco edificios, uno para cada División, la biblioteca, laboratorios y cafetería; desde mi perspectiva se veía enorme. Entonces éramos una población muy pequeña, de Biología egresamos 14 o 15 personas. Me gustaba su área deportiva, siempre he hecho deporte y sigo haciéndolo. Tuve la oportunidad de jugar basquetbol, fui capitana del equipo Mastines. Me gustaba la cafetería y el Salón Verde, donde nos pasaban películas que eran de cassette. La Metro me dio lo que necesitaba, me trató muy bien, pasé una muy buena etapa de mi vida en la UAM-I.

También recuerdo que había pastizales, una que otra vaca por ahí. Yo vivía en San Antonio, tomaba un pesero al centro de Iztapalapa y de ahí otro que llegaba por La Purísima. Las calles no estaban asfaltadas, era terracería, y en la época de lluvia un lodazal, llegábamos todos enlodados, no había los caseríos que hay ahora, sino mucho campo, había plantíos y algunos animales. Pero eso era lo de menos, fue padrísimo ser de las primeras generaciones, todo era nuevo. Habían comprado unas combis que estaban al servicio de los estudiantes, hicimos varias salidas de campo, con un chofer que nos llevaba; tuvimos muchas cosas, fue una época muy bonita, nos trataron muy bien. La UAM me dio las herramientas y el espacio para atreverme a seguir adelante, siempre le agradeceré la enseñanza.

Ya lo he dicho, la UAM, a través de mis profesores, mis clases y mis prácticas, me dio la oportunidad de soñar. A mí, una persona que no tenía ni dinero ni gran cosa, que tenía que trabajar para ayudar a la familia, a mí me dio la oportunidad de pensar que podía trabajar en el ámbito académico, que podía hacer investigación, eso hizo por mí la UAM. Después, tuve una plaza de académica por horas, después conseguí una beca para hacer el doctorado en el extranjero.

Cuando fui estudiante tuve una beca-crédito. No sé si exista eso todavía, cuando acabé la carrera pagué poco a poco lo que le debía a la UAM por mis estudios. Firmé un convenio con el banco, no me acuerdo cuál, pagué a lo largo de 4 o 5 años, pero fue una oportunidad para mí maravillosa. Si no hubiera estudiado en la UAM, entonces no hubiera estudiado, no lo podía hacer en la UNAM, menos en el Politécnico, que me quedaba al otro lado del mundo. La UAM para mí fue perfecta. La UAM Iztapalapa, por mucho, fue la más científica, y yo fui atrapada por esa idea del trabajo científico, de la investigación.

Regresé de la Iowa State University para trabajar en la UNAM, y aquí sigo, porque creo fehacientemente en la universidad pública. En este país muchas personas, incluyéndome a mí cuando fui joven, no hubiéramos tenido oportunidad de estudiar si no fuera por la universidad pública. Merece todo el respeto y merecería más apoyo del que tiene actualmente para darle cabida a tantos jóvenes. México es un país de jóvenes, desafortunadamente una gran parte de ellos no pueden estudiar porque no hay universidades suficientes para captarlos y apoyarlos. Ahí hay un trabajo pendiente del gobierno. La UAM está haciendo un esfuerzo importante para aumentar su matrícula, lo mismo hace el Politécnico, la UNAM, pero no alcanzamos a cubrir la demanda de jóvenes por la educación superior.

Es necesario un mayor esfuerzo del gobierno federal para aumentar presupuesto y apoyos en general, becas, reconocimiento, plazas para profesores y profesoras, para trabajadores. Las universidades públicas han estado sufriendo, necesitan una ayuda integral que hace mucho no reciben. Una salida ha sido el sistema de universidad abierta y a distancia, que me preocupa mucho, es un sistema que permite estudiar, pero si no lo cuidamos no funciona. Estamos en un momento en México que tenemos que revisar la educación a distancia. En la UNAM estamos trabajando una serie de parámetros, tenemos que hacer arreglos, lo podemos mejorar, sí podemos.

La UAM ha hecho bien su trabajo, ha madurado, tuvo que cambiar sus planes de estudio para tener más efecto. Ha podido crecer y mantener su plantilla académica, viven los problemas propios de una universidad pública con aumento de matrícula y sin aumento de presupuesto, es un proceso que la UAM supera muy bien. Esta celebración de su 50 aniversario, si de algo sirve, además de celebrar, permite hacer altos en el camino para hacer un balance y reflexionar. Ojalá que la UAM haga un ejercicio de retrospección y de autodiagnóstico que siempre es muy sano.

Asumir mi actual cargo es un trabajo muy arduo y de tiempo completo, pero también apasionante. Tengo casi 70 años, el año que entra los cumplo, es un privilegio a esta edad seguir aprendiendo y trabajando, eso me da vitalidad, entusiasmo. No sé cuántos años más aguante, pero sigo adelante. Tengo 40 años trabajando en la UNAM, ocho años fui directora de la FES Iztacala; antes, jefa de la Dirección de Investigación y Posgrado, después el doctor Enrique Graue me invitó a dirigir la Coordinación General de Estudios de Posgrado. Luego la Secretaría de Desarrollo Institucional, coordinando la parte internacional y desarrollo. Ahora estoy aquí. Esto no es más que producto de muchos años caminando, trabajando duro, tampoco es que sea excepcional, es el resultado de muchos años de trabajo.

El techo de cristal se supera trabajando y demostrando, ésa es la mejor manera de hacer las cosas, demostrando con hechos no con palabras y rezongando y gritando; cuando una tiene capacidad y empeño lo puede demostrar. No es fácil, aquí mismo La Torre, sigue siendo muy de hombres. Yo soy la primera secretaria general que llega a la UNAM, no tengo ningún problema de trabajar ni con hombres ni con mujeres, pero siempre me voy más con el trabajo y la actitud que con el rollo del género. Sí hay que empujar fuerte, y si hay discriminación tenemos que decirlo. Pero como académica siempre me dio mayor resultado ponerme a trabajar y demostrar, que estar peleando entre hombre y mujer, nunca lo hice. Por supuesto que hay momentos complicados, sufrí en algún momento acoso laboral, por supuesto, pero lo arreglé trabajando.

Ahora, una rectora en la UNAM o en la UAM, no sé decirle, aquí es complicado, es un asunto cupular todavía. Tenemos un rector muy joven, yo creo que va a estar ocho años. Pienso que después de que acabe su periodo el doctor Lomelí seguramente vendrá una mujer, porque hay muchas mujeres muy capaces. Hace unos años cuando yo era directora había muy pocas directoras de escuelas, facultades, institutos y centros, ahora ya estamos a la mitad o un poco más de mujeres, se van preparando las cosas. Al final lo importante es que quien llegue lo haga bien, porque lo peor que nos puede pasar es que llegue y lo haga mal, pues vamos para abajo. No tengo el pulso de qué tan cerca esté la UAM de hacerlo, tampoco han tenido rectora general, rectoras de Unidad sí. No lo sé, no me atrevería a decir, pero ojalá que sea pronto y que lo hagan bien, porque entrar sólo por ser mujer, ése es el peor de los panoramas, que entre porque es una mujer que tiene la capacidad no por ser mujer.

Felicito a la UAM por su 50 aniversario. Se lo he dicho a la doctora Verónica Medina y al doctor José Antonio de los Reyes, la rectora de la UAM-I y el rector general, que estoy a sus órdenes, que le tengo mucho agradecimiento y cariño a la Metro y que siempre será mi Universidad, mi alma mater nunca lo he ocultado. Me da mucho orgullo porque es una gran Universidad, sus egresados están haciendo un trabajo estupendo, la Metro nos dio muy buena formación y las bases para seguir adelante, yo estoy a sus órdenes.

POR EDILBERTA MANZANO JERÓNIMO

Edilberta Manzano Jerónimo es doctora en Teoría Literaria por la UAM-Iztapalapa. Difusora de la obra de Severino Salazar Muro. Fue coordinara editorial del número 44 de la revista Tema y Variaciones, dedicada a la obra del escritor zacatecano, y de los Nueve Cuentos Selectos de Severino Salazar, publicados en coedición entre la UAM Azcapotzalco y el Centro Zacatecano de Cultura Ramón López Velarde. Ha participado en diversos congresos nacionales e internacionales en los que se discute la literatura mexicana y ha publicado un par de artículos en revistas literarias. Es reportera en el boletín Cemanáhuac desde hace ocho años.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

NOTAS RELACIONADAS