¿Consideran que la evaluación debería ser obligatoria tanto para órganos personales como para instancias de apoyo y personal académico? ¿Qué pensarían si en un futuro la evaluación fuera cuantitativa y desaparecieran los puntos? ¿Qué opinarían si se buscara un único mecanismo para reconocer el trabajo y la participación del personal académico? ¿Consideran adecuado que se evalúen las actividades colectivas y que éstas sean sancionadas? ¿Deberíamos mantener un tabulador cuantitativo o ya se agotó? Estos fueron algunos de los cuestionamientos que plantearon María José Arroyo Paniagua y Romualdo López Zárate, Profesores-Investigadores del Departamento de Matemáticas de la UAM-I y de Sociología de la UAM-A, respectivamente, para abrir la cuarta mesa del foro Transformación de la Carrera Académica, con el tema “Carrera académica, agotamiento y perspectivas de reforma: un recuento”.
Después de una revisión de la trayectoria de la Carrera Académica de la UAM, sus bondades, pero también sus vicisitudes, académicos y autoridades de las cinco Unidades, expusieron sus reflexiones acerca del presente y el futuro de este instrumento académico, con el objetivo de cumplir de la mejor manera el compromiso social que tiene esta Casa abierta al tiempo.
Todas las universidades públicas autónomas tienen las mismas tareas sustantivas: docencia, investigación y preservación y difusión de la cultura; pero lo que distingue a la UAM de las otras instituciones es la forma en que cumple con estas funciones. Desde su origen, la UAM optó preferente- mente por la figura de profesor-investigador de tiempo completo. Así lo apuntó López Zárate: “Estamos con el desafío de pensar en una Carrera Académica no sólo para resolver los problemas actuales, sino como una carrera adecuada al modelo UAM, que pueda resolver las demandas sociales y que represente un camino atractivo para los trabajadores académicos, pensando no en los que nos vamos, sino en los que se van a incorporar”.
Existe una coincidencia en definir un proyecto de Carrera Académica, pero para que dé buenos resultados, es necesario un trabajo colectivo, con un compromiso con la sociedad y con la institución, en el que participe el personal académico que tiene, en primer lugar, las funciones sustantivas bajo su cargo, pero en donde intervienen también otros actores, como “los compañeros integrantes del personal administrativo y desde luego los que hemos ubicado en el centro de estos procesos formativos: el alumnado”, subrayó el doctor José Antonio De los Reyes Heredia, rector general de la UAM.
Durante la cuarta mesa de reflexión, se mencionó que, frente a otras universidades públicas del país, el modelo UAM tiene una regulatoria detallada y un gobierno horizontal y participativo que la hace ser única. Por ello, es necesario mantener y fundamentar las áreas académicas, haciendo una planeación que acompañe las trayectorias de los jóvenes e impulsando sus carreras académicas. Para esto, no se requiere hacer cambios en los reglamentos, sino llegar a acuerdos entre los órganos personales y colectivos.

Asimismo, se planteó que no se puede dejar de lado el contexto histórico y la realidad concreta que se está viviendo: una nueva Ley de Educación Superior, el cumplimiento de criterios transversales de los Exámenes de Acceso a la Educación Superior (EAES), una fuerte presión por incrementar la matrícula y el bajo nivel académico de los alumnos que están ingresando a la Universidad. Como institución educativa, la obligación primaria es la docencia; en este sentido, se debe transitar hacia una Carrera Académica que realmente impacte en la transformación de los seres humanos, en la generación de profesionistas de alto nivel, en incrementar y mejorar la eficiencia terminal, y que realmente esto tenga un impacto en la formación de los estudiantes.
Otro aspecto que se debe tener presente es que la Ley Orgánica señala que para ingresar a la Universidad es obligatorio pasar por un concurso de oposición, por lo que cualquier mecanismo que pueda alterar esto no sería conveniente. Es importante que continúen las evaluaciones, pero reconociendo las múltiples deficiencias y evaluando si se han alcanzado los objetivos del TIPPA y el RIPPPA.
Es sustancial revisar y modificar el puntaje, algunos docentes consideran que se le otorga mucho valor a la investigación, disminuye para la docencia y no se le da importancia a la difusión, cuando se podría tener una Carrera Académica no sólo de profesor-investigador, sino también de profesor-docente. Para aquellos que se dedican a la docencia mayormente, docentes que se dedican también a la gestión, docentes que se dedican a la difusión y docentes que se dedican al servicio es conveniente abrir el abanico de posibilidades.
Otros señalamientos giraron en torno a cuáles procesos de evaluación deben ser ampliamente participativos, por lo que resaltaron la importancia de las áreas académicas. Hay que hacer una transformación radical del modelo, diseñando un proceso de transición. La Carrera Académica debe incluir a los temporales que tengan por lo menos dos años colaborando con la Universidad. Pensar en un modelo nuevo, con una evaluación compartida, participativa, permanente y acumulativa, evaluar los procesos y darle seguimiento. Por ejemplo, un técnico académico hace las mismas funciones que un titular C, pero el salario es desproporcionado. Se tienen que hacer cambios en la estructura, porque actualmente se ha convertido en sólo un escalafón.
En referencia al personal académico por tiempo determinado, se propuso abrir la discusión a partir del informe generado entre la UAM y el SITUAM, en este se presentan diferentes criterios relacionados a cómo considerar la trayectoria académica de muchos profesores temporales, su trabajo docente y de investigación con servicio. El documento plantea algunos principios que podrían ser una vía de análisis.
Sobre la evaluación cualitativa, se aseveró que corre el riesgo de ser subjetiva y estar sujeta a la interpretación de los evaluadores. Si se piensa hacer una evaluación cualitativa en lugar de cuantitativa, tiene que estar muy bien pensada, de tal manera que sea justa y no sujeta a interpretaciones parciales.
Por otro lado, se señaló que las nuevas Unidades, Cuajimalpa y Lerma, enfrentan problemáticas diferentes a las otras Unidades. El tamaño reducido de sus Departamentos los está llevando a una crisis y a un agotamiento académico, al grado que ya nadie quiere ocupar cargos porque todos los académicos están ocupados en diferentes funciones.
Tras 25 años de discusión sobre la Carrera Académica sin ningún resultado de modificación, es necesario pasar de la integración del análisis a las áreas académicas, es urgente establecer un cronograma con fechas definidas para su implementación y, desde ahí, discutir las propuestas de reforma.
“Atender un viejo reclamo de más de 25 años, de repensar nuestra Carrera Académica. En este momento se está construyendo una propuesta no definitiva, pero sí una propuesta para seguir avanzando. Los procesos que sigue la UAM tienen una gran ventaja: que pasan por los órganos colegiados. Nos lleva tiempo, pero es el mejor camino que hemos encontrado para legitimar las decisiones que se toman en la universidad”, fue la reflexión final.