La UAM nace en 1974 como un proyecto alternativo para aliviar la demanda de educación superior en la Ciudad de México y zona metropolitana, que en 1973 era de 48 mil 200 alumnos, y que según cálculos en la tendencia, se incrementaría para el año 1980 a cerca de 92 mil 500. A cinco décadas de fundada la Casa abierta al tiempo cuenta con una matrícula activa (según el informe de actividades del rector general 2023) de 57 735, en los 83 Planes y Programas de Estudio (PPE) a nivel licenciatura.
Específicamente la Unidad Iztapalapa inició sus actividades con una matrícula de 697 alumnos, en 13 PPE de licenciatura, actualmente tiene una población estudiantil activa de 14 767, en 27 PPE de licenciatura y 1173 en Posgrado distribuidos en 6 especialidades, 18 maestrías y 17 doctorados en las tres Divisiones, Ciencias Básicas e Ingeniería, Ciencias Biológicas y de la Salud, y Ciencias Sociales y Humanidades.
Es importante conocer algunos elementos que podrían definir el contexto de los jóvenes que se incorporan a la comunidad estudiantil de la UAM, caso específico de la Unidad Iztapalapa. El doctor Javier Rodríguez Lagunas, especialista en temas de educación superior y el trabajo profesional, actual secretario de la Unidad, ha realizado diversos estudios sobre el quehacer del estudiantado de esta institución educativa, para resolver problemas complejos como la deserción escolar y la disminución del número de estudiantes de nuevo ingreso, en ese sentido nos comenta:
Mi interés por los egresados vino a fines de la década de los noventa, luego de que estudios y diagnósticos de la UAM nos mostraron la forma en que se integraban al mundo laboral. La idea fue dar seguimiento en particular a los egresados de la UAM-I. Fue un periodo de efervescencia estudiantil que se expresó por la dinámica institucional que inauguraba dos momentos, uno el de la reflexión de la universidad desde su docencia, y el otro de la implementación de lo que nos sugerían las Políticas Operativas de la Docencia del año 2003. Una década atrás vi a mis compañeros de generación formar parte del movimiento del CEU en la UNAM, que continuó una década después con el paro por más de 10 meses, en la propia UNAM. El movimiento estudiantil estaba iniciando a una nueva etapa. El movimiento del 68 no lo viví directamente, pero sí a través de mis hermanos; los movimientos de los años 80 y 90 los presencié como adulto y me interesó, pero no estudié los movimientos estudiantiles, sino que fijé mi atención en el proceso del estudiantado, en su permanencia en los estudios y en sus dificultades para lograrlo.
COMUNIDAD ESTUDIANTIL
Parto del concepto sociológico de comunidad, la base de este concepto está en el hecho de la solidaridad, que pareciera muy durkheimniano, pero creo que los grupos sociales se constituyen en la medida en que encuentran un canal de comunicación y de interés. Existe una teoría acerca de cómo se constituye la sociedad, pero vista sólo en el ámbito de comunidad, creo que lo que hace a un grupo ser comunitario es compartir puntos de vista, compartir ideales y algunos principios de ser, pero no desde el punto de vista religioso sino desde el punto de vista social. Esto hace a una idea de comunidad.
Ahora bien, ¿qué hace a una idea de comunidad universitaria?, que efectivamente somos diferentes, algo que nos permite reconocernos como tal, es justo a partir de la diferencia. La comunidad universitaria ve al grupo social de al lado, al de la institución; todos aquellos que no son parte de la universidad, son el grupo de “contraste” por así decirlo. Y saben lo que los hace ser diferentes; por su cultura, por su concepción de la vida, por sus estudios, por su sentido de formación profesional, todo ello los confirma en su identidad y los distingue ante los demás. Pero justo por todo ello conforman un grupo solidario. Si el concepto de solidaridad en principio no forma parte de los procesos de constitución del grupo, se tiene un faltante muy importante.
Hay teorías que constantemente nos dicen que lo que hace ser a una comunidad es compartir el principio de reproducción material; es decir, nos acercamos los bienes y en ese sentido somos comunidad. Lo reconozco en la historia de las ideas, en realidad yo me fijo en el objetivo de apreciar la comunidad hoy, y desde hoy. Lo importante no es la forma reproductiva material, para mí lo importante, lo que da sentido a la comunidad universitaria, es que comparte principios, puntos de vista, formulaciones y objetivos.
El objetivo de la institución es uno y debe, lo más posible, acercarse al objetivo de su comunidad, si esos objetivos no son semejantes, entonces tenemos dos estructuras, comunidad universitaria e institución universitaria, distintos finalmente. Lo que la universidad debe fortalecer son los puntos de contacto, interrelaciones entre ese sentido de comunidad universitaria y los objetivos de la universidad como institución.
LA INTEGRACIÓN UNIVERSITARIA COMO PROPUESTA ANTE LA DESERCIÓN ESCOLAR
La idea de integración universitaria, la trabajé con otros colegas a inicios del siglo XXI. Nos propusimos investigar por qué la universidad tenía poco conocimiento de lo que es su comunidad, en particular de lo que es su estudiantado; no se le prestaba atención; el estudiantado es el que anda todos los días en la universidad, y nada más. En esos años empezaban los estudios y diagnósticos acerca de cómo se conducía la matrícula en la Universidad, su permanencia y sus procesos. Lo que prevalecía a más de 25 años de la UAM-I era la deserción escolar. La tasa de deserción empezaba a incrementarse de acuerdo con algunos estudios realizados por las Divisiones Académicas. Recuerdo que el doctor Tomás Viveros García me planteó la gravedad del problema, posteriormente los directores de CBS y CBI mostraron también su preocupación. A partir de ahí valoramos cómo abordar el problema.
Les sugerí que analizáramos el fenómeno desde la perspectiva de la integración, definir cuáles son las razones que llevan a ello o a lo opuesto. Existen razones escolares, el estudiante llega con una cultura del estudio mediana que hay que potenciar; razones de relación social entre docentes y alumnos, que también detonan un proceso no adecuado, porque el maestro dice “tú aprende, yo soy el que te enseño, y si no aprendes te repruebo”; pero en el conjunto de sus relaciones muy particulares, en el aula existe toda una pedagogía, toda una forma de ser del docente, una forma de ser del estudiante que termina siendo un problema para que el estudiante continúe diciendo “sí puedo”. Hay profesores que dicen: “Tengo 20 estudiantes, de estos sólo van a pasar tres o cuatro, los demás si quieren váyanse porque no van a pasar”, este tipo de intercambio de comunicación, de idea de lo que es la enseñanza, desde luego impacta en la docencia. Por lo menos en esos años era evidente.
Es importante conocer el contexto de nuestros alumnos, lo que conceptualizo como factores intervinientes, su situación familiar, cómo están en el hogar, si tienen ahí las condiciones para el estudio, culturales y económicas. Hay que observar esos factores, valorarlos y determinar qué puede hacer la universidad, qué puede hacer la docencia para que haya un proceso integrativo, dicho de otra manera para que exista retención escolar.
Hicimos el estudio, y el diagnóstico fue que hay factores socioeconómicos y laborales que importan, la UAM se abastecía de manera muy importante con estudiantes trabajadores, característica que no se puede pasar por alto. El alumnado trabajador, en términos del conjunto del estudiantado en distintos momentos de su proceso, pasaba a ser dos de cada diez en el aula, a cinco de cada diez.
Consideramos que la Universidad tenía que armar horarios, y el docente armar sus metodologías acordes con su población para que los alumnos pudieran tomar sus clases. Este estudio lo presentamos aproximadamente en el año 2007, ya contábamos con ciertas tecnologías, pero no tan desarrolladas como ahora. Si la tecnología la hubiéramos tenido en esos tiempos, habríamos abatido el problema con las clases híbridas. Actualmente hacemos uso de ella a favor de los procesos de integración y de procesos que buscan abatir la deserción.
Para poder dar más sentido a la manera en que están interactuando los factores intervinientes hicimos un índice estadístico. Fue buena idea hacer los análisis descriptivos junto a los índices con los colegas de CBI, fue muy importante el razonamiento matemático del problema, nos ayudó a que la comunidad de las tres Divisiones captara la profundidad del problema. El estudio fue un referente para que en las Divisiones Académicas se implementaran algunas acciones para disminuir la deserción escolar. Posteriormente me solicitaron un estudio de deserción actualizada, específicamente para la División de CBI , volvimos a hacer el estudio con la misma metodología y se obtuvieron elementos de comparación aproximadamente de cinco años.
Una cualidad del estudio fue retomar la opinión de los alumnos que no tienen problemas, les aplicamos un instrumento “espejo” o de contraste. Las respuesta de unos y otros fueron muy interesantes porque había confluencia y problemáticas complejas; por ejemplo, que un grupo de desertores tuvieran mejores condiciones socioeconómicas que el estudiantado en activo. Ese cuestionario “espejo” nos ayudó mucho a entender la peculiaridad, pero también para consolidar un segundo estudio con la población de contraste. Estamos en 2024 y lo que uno observa es que hay más elementos que se están considerando además de los que se valoraron en ese entonces. Desde el 2018 tenemos el interés de elevar la matrícula universitaria; tenemos un artículo constitucional que nos dice clara y contundentemente que la educación es un derecho gratuito y obligatorio. Ante el cambio de panorama cómo le hacemos, el índice de deserción en la actualidad ha bajado, pero tenemos otros factores que ponen a la Universidad a analizar sobre qué hacer para que ingresen más estudiantes con mejores perfiles escolares y en mejores condiciones a la UAM, destacó Rodríguez Lagunas.
En la segunda parte de esta entrevista, el sociólogo Javier Rodríguez Lagunas, miembro del Consejo Mexicano de Investigación Educativa (COMIE), nos hablará sobre cómo la institución está abordando el problema de la disminución de matrícula en las diferentes licenciaturas que ofrece la UAM-I .(Continuará.)