Una versión excepcional del famoso y temido Conde Drácula llevado a la comedia, llegó al escenario del Teatro del Fuego Nuevo de la UAM Iztapalapa con la obra Drácula Gay del escritor mexicano Tomás Urtusástegui (1933-2020), quien fuera médico y terminara como dramaturgo los últimos años de su vida. En esta ocasión, la dirección y adaptación del guion estuvo a cargo de Joaquín Saucedo, profesor del Taller de Teatro Akrópolis de la UAM Iztapalapa.
Con un auditorio concurrido, el personaje principal de la obra entró tras la tercera llamada por la puerta principal del Teatro Fuego Nuevo de la UAM Iztapalapa, dejando entrever a un vampiro simpático, curioso y amigable, pese a sus intentos de contagiar terror. Al subir al escenario se apagaron las luces y se escuchó un estruendoso golpe, todos reímos al imaginar que Drácula había tropezado, por su exclamación de dolor tras bambalinas.
Por medio de un monólogo de aproximadamente 60 minutos, Drácula, el único personaje en escena, interpretado por Alán Arturo Lazcano Pérez, estudiante de la licenciatura en Lingüística de esta casa de estudios, narró la trágica pérdida de sus colmillos a manos de un dentista que trataba de quitarle las caries. Gran problema para el personaje porque hoy, explicó el vampiro, las personas ya no se alimentan como los de antes, no les es fácil mantenerse bien en un mundo donde la alimentación se basa en azúcares, aditivos, colorantes y harinas. También se lamentó profundamente porque ya no hay cuerpos sanos a quienes chuparles el preciado plasma, pues muchos padecen graves enfermedades como hepatitis, Covid-19 y sífilis, entre otros padecimientos.
Una obra llena de doble sentido y buen humor, característico del mexicano, adaptada por el propio director Joaquín Saucedo que en sus 30 años de experiencia teatral hizo una versión al texto original de Tomás Urtusástegui, actualizada, destacando algunos aspectos inherentes a la comunidad universitaria como la alimentación de los estudiantes, a base de tortas y hamburguesas, fuerte observación, pero real, en un contexto en el que el tiempo y los recursos económicos son reducidos para los alumnos.
Aunque Drácula se quejó profundamente de la pérdida de sus dientes caninos, pudimos ver a un personaje simpático, quien mencionó el porqué de su inconformidad con su nombre, pues hubiera preferido que este terminara en masculino.
En el escenario vimos a un vampiro inconforme con sus próximos colmillos removibles; a veces llorón; por momentos, optimista. En repetidas ocasiones interactuó —pícaro— con el público e improvisó, como cuando el cordón del teléfono visiblemente se desprendió del aparato, justificando que como él era un personaje “sobrenatural”, eso se valía. Pero también, mostró un Drácula alegre y un tanto vanidoso al presumir los usos y múltiples funciones de su capa como símbolo de amor, oscuridad y poder al ejecutar un sensual, así como, divertido baile.
Drácula Gay es una obra que dejó al espectador con muy buen sabor de boca, tanto por la ocurrente dramaturgia, pero crítica de la realidad, como por el buen montaje y la adaptación, sin dejar de lado el talento interpretativo del actor. Cuando tengas oportunidad, no te la pierdas, sin duda, al igual que muchos de los que asistimos, te irás por la noche esperando la visita de ese Drácula sui géneris.
Esta obra fue organizada por la Sección de Actividades Culturales, como parte de las tareas de la Coordinación de Extensión Universitaria, de la unidad Iztapalapa.