EL CAMBIO CLIMÁTICO FRENTE A LA CRISIS DEL NEOLIBERALISMO

La narrativa oficial sobre el cambio climático antropogénico argumenta que el calentamiento global es causado por la acumulación de gases de efecto invernadero (GEI), derivados de la extracción y la quema de combustibles fósiles. Esta perspectiva presenta un panorama catastrofista del cual el planeta parece no poder escapar.

“Extraña que la naturaleza sea asumida como un agente incapaz de adaptarse ante una escalada de la temperatura media de la Tierra, como si los propios ecosistemas no pudiesen habituarse generando nuevos escenarios ambientales”, advirtió Josemanuel Luna Nemecio, profesor visitante del Departamento de Sociología de la UAM-I.

En el ciclo de conferencias Miércoles en las Ciencias Sociales y Humanidades, el especialista en conflictos socioambientales señaló que la sociedad y la ciencia se presentan como agentes pasivos que no pueden realizar investigaciones y desarrollos tecnológicos dirigidos a proporcionar soluciones de fondo al problema del sobrecalentamiento del planeta. “Desafortunadamente, la ciencia ha quedado presa y subordinada a este catastrofismo”.

Desde los años 80 del siglo XX, con la creación del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) la producción científica en torno al tema ha seguido una curva ascendente. El 37% de las publicaciones indexadas en revistas que se encuentran en Scopus abordan el cambio climático, mientras que otros fenómenos de gran preocupación y emergencia, como la creciente deforestación de los territorios, la crisis hídrica o el grave problema de la acumulación de basura en espacios urbanos, representan porcentajes mínimos en comparación.

De los 2500 miembros de IPCC, no todos son científicos; además de la sociedad civil, cada vez se suman diversos grupos de empresarios, como los representantes de Silicon Valley, los destacados íconos de la tecnología de la información y las telecomunicaciones. Por lo tanto, esto relativiza el enfoque científico.

Según el informe del IPCC, el bióxido de carbono (CO2) y el metano (CH4) son los principales gases de efecto invernadero que absorben la radiación solar, razón por la cual es uno de los factores que determinan la temperatura media de la parte baja de la atmósfera. En términos numéricos, actualmente la concentración de CO2 en la atmósfera es del 0.04%. Para que existan consecuencias climáticas con eventuales variantes significativas, ya sea un sobrecalentamiento o un sobreenfriamiento de la Tierra debido a variaciones en el CO2, la concentración debe ser mayor a 5%. Esto sugiere que el problema no es tan alarmante como se presenta.

Los investigadores críticos de la narrativa del IPCC aseveran que existe un cambio climático, pero que corresponde a un fenómeno inherente a la historia ambiental de la Tierra y no exclusivamente relacionado con el CO2. Argumentan que todos los modelos hechos para la predicción del escalamiento de la temperatura media del planeta ignoran la variabilidad climática que ha existido desde que la Tierra se formó. Por ejemplo, no toman en cuenta las temperaturas registradas en Europa durante el siglo XIV, que superaron los 45 grados Celsius, periodo que corresponde a un alto desarrollo de la agricultura. Tampoco consideran los periodos de glaciación, principalmente en el siglo XVI, cuando descendieron las temperaturas medias del planeta por debajo de los 0 grados Celsius. Lo cual sugiere una “dialéctica del clima”.

Estas investigaciones críticas alertan sobre la unilateralización del asunto al presentarse exclusivamente como calentamiento global. No reconocen que en muchas partes del planeta no se experimenta una elevación de la temperatura, sino, por el contrario, una disminución de la misma. En zonas donde los inviernos son más severos, se registran mayor número de decesos en comparación con territorios con temperaturas más elevadas.

Hay una configuración capitalista del metabolismo sociedad-naturaleza que está poniendo en crisis a la propia reproducción de la naturaleza. Los grandes industriales son los responsables de configurar el desequilibrio multidimensional del medio ambiente, que abarca las crisis del aire, agua, suelo, biodiversidad, de los recursos forestales, mares, de la desertificación, contaminación química, así como la acumulación de la basura y la electroinformática obsoleta. En lugar de ofrecer una respuesta científica contundente a nivel mundial para enfrentar el grave problema de la crisis ambiental global, se presentan sólo paliativos de mitigación o adaptabilidad que tiene implicaciones políticas de peso.

POR ROSA IDALIA DÍAZ CASTRO

Es socióloga por la UAM, unidad Iztapalapa. Su formación en el área de la comunicación ha sido a través de diplomados, talleres y seminarios en los campos de la política, la divulgación de la ciencia y el periodismo de investigación. Realizó trabajo comunitario en la zona centro sur de México. Dio talleres sobre los derechos de las niñas y los niños como integrante de una Asociación Civil. Ha impartido clases en el nivel medio superior, y trabajó como Promotora Cultural en la UAM-I. Reportera en el boletín Cemanáhuac desde hace seis años.

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