Fotografía: Michelle Leman, en Pexels.
A lo largo de la historia, las mujeres han vivido y enfrentado contextos donde son consideradas inferiores a los hombres, vulnerables y débiles; con múltiples limitantes socioculturales; sustentadas por un sistema, patriarcal, machista y capitalista.
La violencia de género, como limitante en la conformación del proyecto de vida de mujeres con discapacidad motriz, es motivo de estudio que surge desde una perspectiva feminista y bajo la metodología de la intervención.
Hoy en día se sigue mirando a la mujer de una manera reduccionista, existen diferentes corrientes del feminismo, y cada una de ellas se posiciona y define lo que es ser mujer desde diferentes ópticas; sin embargo, el ser mujer es un tema de debate que el feminismo pone sobre la mesa, así lo reconoció Karina Zúñiga Laguna, especialista en violencia de género, derechos humanos y discapacidad.
Para hablar de mujeres es necesario partir de la realidad y las experiencias en las cuales convergen formas de identificarse, vivirse y caracterizarse como tal. Las experiencias guardan en sí mismas similitudes: “Contextos en los cuales, de una u otra forma, nos sitúan como blanco de violencia, pero también, innegablemente, hay diferencias, y es a partir de esas diferencias y del reconocimiento de éstas que surge este análisis”.
Dentro del fundamento teórico feminista se destacan dos: 1) la Teoría Interseccional, de Kimberlé Williams Crenshaw, que habla sobre los diferentes eslabones que se suman a la cadena de desigualdades y discriminaciones que como mujeres o como diferentes grupos sociales, en condición de vulnerabilidad, van interaccionando y generando condiciones oportunas para las violencias. 2) Teoría de la Mujer Enferma, de la norteamericana Johanna Hedva, que parte de cuestionarse: ¿Cómo romper la ventana de un banco con un ladrillo si no puedes salir de la cama?, para referirse a los modos de protesta y participación que son permitidos para las personas enfermas; es decir, reivindica lo que es ser una mujer enferma dentro de un sistema neoliberal, capitalista y patriarcal.
En estos sistemas que convergen entre sí, una mujer enferma representa menos valor que una mujer sana porque no se adhiere a los estereotipos sociales del ser mujer, no cumple con los roles, a nivel de la familia y del sistema en general. Defiende su ser a partir de defender su propia condición frente a lo que está señalado sistémicamente como capaz, y por lo tanto, no le resta valor; no se debe adaptar a este sistema que le exige: “Tengo que ser rentable”.
El objetivo es abrir los espacios en el que las mujeres con discapacidad puedan decir lo que piensan, lo que necesitan y lo que están viviendo, no sólo ahora, sino desde el momento en el que adquirieron o nacieron con esa discapacidad. El feminismo brinda la posibilidad de abordar la problemática con una mirada crítica, reivindicativa e innovadora.
Algunos de los marcos normativos que retoma Zúñiga Laguna para su análisis son: Convenio sobre los Derechos de Personas con Discapacidad; Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer; y a nivel nacional Ley General de Acceso a una Vida Libre de Violencia de las Mujeres, y la Ley General para la Inclusión de las Personas con Discapacidad.