Las matemáticas forman parte de nuestra vida cotidiana, las llevamos en los bolsillos, están en las formas de la naturaleza, en la música, en el arte y en el diseño, lo admirable de ello es pensar lo increíblemente bellas que pueden ser. De ese tema trató la charla del doctor Mario Gerardo Medina Valdez especialista en Ciencias Matemáticas Aplicadas, profesor y divulgador de la ciencia, quien explicó cómo nuestra mente es altamente matemática y tiende a buscar la simetría y lo armónico. Los asistentes a las jornadas De Todo un Poco en el Patio, organizadas todos los jueves en la explanada del edificio G, de la UAM Iztapalapa, quedamos atrapados por la charla en cuestión de segundos.
El profesor de licenciatura y posgrado nombró a su conversación “Un paseo por el jardín de las matemáticas” porque para él las matemáticas son como un jardín donde siempre hay muchas cosas por descubrir y buscar, pero siempre debe existir la apertura para encontrar. El viaje comenzó con una imagen que presentó en una pantalla un niño explorador observando con una lupa una planta en un jardín, para recordarnos que nunca debemos dejar esa actitud de indagar, de preguntarnos y observar para poder aprender. La primera manera de conocer, cuando se es bebé, es por medio del reconocimiento de las formas, de los rostros de los papás, los familiares y de lo que escucha.
Habló de lo poderosa que es la mente y de la manera en la que reconoce las formas geométricas, triángulos, espirales, pentágonos, rectángulos y cilindros en proporción. Mostró fotografías satelitales de huracanes, tormentas en Júpiter, planetas, galaxias, piezas tejidas por artesanos, fósiles, el corte transversal de un caracol marino que muestra la repetición de patrones, fotografías de flores, muchas tomadas por él en los jardines de la UAM-I, que muestran sus formas y colores brillantes, geometrías que dejan ver su estética, espirales y simetrías agradables a la vista y proporcionan placer.
Pero también en las creaciones humanas, como en la pintura hecha por el hombre, hay esta simetría, matemática necesaria buscada por el autor. La última cena, El hombre de Vitruvio o en La Gioconda, de Leonardo da Vinci, fueron algunos ejemplos para mostrarlo. También en la arquitectura, las pirámides de Egipto, la antigua Grecia o las ciudades prehispánicas o en la música.
El doctor Mario Medina puso el ejemplo de Johann Sebastian Bach (1685-1750), compositor de cantatas, fugas y conciertos de música barroca, que tiene en su obra una clara búsqueda matemática en torno a la repetición de patrones, banda de Möbius, infinito, además de la creación del canon en sus composiciones, de ahí que exista un libro sobre un matemático, un pintor y un músico: Gödel, Escher, Bach: Una eterna trenza dorada de Douglas Hofstadter que profundiza en las coincidencias matemáticas de estos genios en cada una de sus disciplinas.
Poco a poco, el divulgador científico Medina Valdez llegó, de manera amena, a la conclusión de que la existencia matemática de la fórmula de la Razón dorada o Sección áurea, el número áureo, que se representa con la letra griega phi (φ), es el resultado de la división entre a y b. Este número es la base matemática de la espiral de oro, que se relaciona visualmente con la proporción áurea y equivale a 1 618. Para demostrarlo, pidió a un asistente sacar de su bolsillo su credencial de estudiante e hiciera la ecuación para obtener, efectivamente, el resultado que se aproximó a la proporción áurea.
El mensaje con el que la mayoría de los asistentes nos retiramos fue con el claro deseo de seguir explorando el jardín de las matemáticas, de los números en los planetas, en los elementos de la naturaleza, en nuestro cuerpo y ser conscientes que todas las cosas están conformadas por formas y números relacionados armónicamente entre sí. Y como afirmaban los pitagóricos: “La aritmética, geometría, astronomía y música constituyen la esencia del conocimiento”.
