LA NECESIDAD DE TRANSFORMACIONES SOCIOECOLÓGICAS

NOS ADAPTAMOS O CONSTRUIMOS RESILIENCIA ANTE EL CAMBIO CLIMÁTICO

Rafael Calderón Contreras, doctor en Desarrollo Internacional y maestro en Ciencias Ambientales, inició la tercera emisión de Foros Visión UAM-I, que en esta ocasión se dedicó al tema: Cambio climático.

Integrante de la Red de Socioecosistemas y Sustentabilidad del Conahcyt, el doctor Caderón Contreras explicó que el antroproceno es una nueva era geológica, que mediante mediciones a nivel planetario de la bidiversidad, el cambio climático y la nuevas entidades (los contaminantes que como sociedad se han producido y que la naturaleza no puede absorber), se determina que la reducción del ozono, el uso de agua potable igual a la mitad, la acidificación de los océanos, el cambio en el uso del suelo, los flujos bioquímicos; así como, el contenido atmosférico de aerosoles, se encuentran en color amarillo en relación con la gravedad del problema. En color rojo se localiza el ciclo del nitrógeno y de fósforo, lo que ha provocado, en términos de diversidad genética, la extinción masiva de diversas especies: “Hemos rebasado el límite de lo que se podría pensar como seguro”.

El dióxido de carbono y el forzamiento radiativo (radiación que de manera antrópica se genera y se expulsa hacia el exterior del planeta) se usan como un proxy estadístico para analizar el cambio climático, y en este momento se encuentra en la zona roja.

El uso de agua potable también se mide de manera diferente; el agua azul se localiza en los reservorios subterráneos y superficiales, y el agua verde, incluso virtual, está contenida en las plantas, en los alimentos que se producen y se exportan. “El agua que contiene una lechuga que se importa de la India, no sólo es medible el medio litro que contiene, sino el agua virtual que usó esa verdura para madurar, ochocientos litros de agua de la India que ocupa para nutrirse, crecer y ser exportada”.

Existe mucha incertidumbre sobre el cambio ambiental global y cómo está afectando a la vida. Al menos en el marco de los límites planetarios, los científicos están estudiando y planteando alternativas de resiliencia, enfatizó el profesor-investigador de la UAM Cuajimalpa.

CAMBIO TRANSFORMATIVO
“Es la habilidad intrínseca de los sistemas socioecológicos para crear relaciones fundamentalmente diferentes cuando las estructuras o los cambios ecológicos, económicos o sociales hacen que el actual sistema sea inviable”. El concepto de transformación que el equipo de investigadores de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES, por sus siglas en inglés) retoma es la “reorganización fundamental de la totalidad de los factores tecnológicos, económicos y sociales de un sistema, incluyendo paradigmas, metas y valores de las personas”, señaló el académico.

El gran problema es que todos los esfuerzos de la lucha contra la emergencia ambiental están centrados en apalancamientos superficiales, y lo que la IPBES busca es mover este enfoque hacia los apalancamientos profundos, que tienen que ver más con un cambio en la mentalidad y paradigmas de las personas, redefiniendo metas y autorganización.

A casi dos años y medio de trabajo en el IPBES, la evaluación del cambio transformativo se basó en la revisión de alrededor de cinco mil documentos, artículos científicos, publicaciones en francés, portugués e inglés, clasificados en cinco grupos: cocreación ciencia-sociedad, enfoques de sistemas, enfoques de empoderamiento, enfoques estructurales, transformaciones internas.

Cocreación ciencia-sociedad se da cuando la ciencia y la tecnología generada por científicos de distintos lugares es adoptada por la sociedad que verdaderamente puede generar cambio transformativo. Un ejemplo de esto es el cablebús de Medellín, en donde los mismos usuarios fueron quienes definieron el lugar adecuado para colocar los postes; también se encuentra el de la Ciudad de México, aunque aquí no se consultó a la gente.

Los enfoques de sistemas se pueden ilustrar con la gran muralla verde del Sahara, que es una iniciativa para ayudar a combatir los efectos del cambio climático y al mismo tiempo producir alimentos para las poblaciones aledañas.

Los enfoques de empoderamiento están basados en la redistribución del poder y las agencias de las personas. Ejemplo de esto es el Camp Fire que empezó en Zimbabue, pero que se desarrolló en el resto de África. Ahora las comunidades locales tienen la posibilidad de generar y administrar los recursos de la caza de animales. “En Zimbabue, la condición de precariedad, y sobre todo corrupción, ha hecho que muchas comunidades no tengan acceso a estos recursos, pero al menos la idea es que se pueden generar cambios transformativos redistribuyendo el poder y la agencia en sectores sociales poco escuchados: grupos indígenas, mujeres, jóvenes, entre otros”.

Los enfoques estructurales se relacionan con las estructuras de gobierno. En Nueva Zelanda, por ejemplo, se le da trato verde a un río; es decir, que el afluente tiene los mismos derechos que un ciudadano. “Si uno no puede ultrajar a un ciudadano, entonces tampoco se puede ultrajar a un río”.

El último de los grupos, las transformaciones internas, tiene que ver con el acercamiento a la naturaleza, no necesariamente se relaciona con la identidad, pero sí va generando conexión y transformaciones internas. Estos dos mecanismos funcionan bien para prácticamente 30% del planeta que es indígena o ha tenido algún tipo de contacto con la naturaleza. “El gran problema son las personas que habitan en las grandes ciudades, como Tokio, Estados Unidos o la Ciudad de México, que no tienen ningún tipo de contacto con la naturaleza o que no han desarrollado una conexión interna con la ella”.

Se puede ir construyendo la conexión con la naturaleza, a través de las esferas de transformación: la primera es la esfera de la práctica, incluye soluciones técnicas a las acciones que se pueden generar, utilizar el coche eléctrico, el panel solar, el huerto en el traspatio. Son acciones técnicas que no necesitan mucho y en poco tiempo pueden transformar; la segunda es la esfera política o la esfera de gobierno, ésta toma más tiempo en modificar acciones, y la tercera, la más difícil de cambiar porque incluye creencias, visiones y valores de la gente, es la esfera personal. “Estas tres esferas nos dan una herramienta práctica para decir en dónde podemos incidir para transformarnos y generar mecanismos resilientes en sistemas socioecológicos”.


El especialista en sustentabilidad y cambio climático señaló que se realizó una investigación en donde se comparó cómo se usa la infreaestructura azul para generar resiliencia socioecológica en las urbes de Bristol, Inglaterra, y la Ciudad de México. En el caso de esta última, el Canal Nacional es el mejor ejemplo, pues se transformó lo que era un tiradero a un lugar con función ecológica y social muy interesante. Aplicando las esferas de transformación para este caso, las soluciones técnicas, las acciones de las personas, desde limpiar el canal hasta poner una casa de aves migratorias, no es más que la esfera práctica. Hace catorce años eran seis personas las que trabajaban ahí, ahora cada fin de semana se forman brigadas de hasta 150 que realizan diversas actividades.

En referencia a la esfera política, lograron que el Canal Nacional sea considerado monumento histórico e impulsan que pase a ser sitio ecológico, y así lograr parámetros legales para la protección de su entorno. En términos de la esfera personal se ven carteles, murales, actividades culturales encaminadas a aprender, crear y enseñar prácticas relacionadas con sistemas socioecológicos, esenciales para modificar la esfera personal.

El máximo reto dentro del atropoceno es que la sociedad se reconecte con la naturaleza. En este sentido, la ciencia y la academia deben contribuir con este objetivo, el uso de las artes y las humanidades al frente de la reconexión con la naturaleza. “En la evaluación que hacemos desde el cambio transformativo, es que absolutamente todas las personas que tienen potencial de conexión con la naturaleza, tienen necesariamente que hacerlo por medio del amor; en cualquier idioma, cualquier cultura, tenemos una noción de amor”, subrayó Calderón Contreras.

POR ROSA IDALIA DÍAZ CASTRO

Es socióloga por la UAM, unidad Iztapalapa. Su formación en el área de la comunicación ha sido a través de diplomados, talleres y seminarios en los campos de la política, la divulgación de la ciencia y el periodismo de investigación. Realizó trabajo comunitario en la zona centro sur de México. Dio talleres sobre los derechos de las niñas y los niños como integrante de una Asociación Civil. Ha impartido clases en el nivel medio superior, y trabajó como Promotora Cultural en la UAM-I. Reportera en el boletín Cemanáhuac desde hace seis años.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

NOTAS RELACIONADAS