ENTREVISTA A LA DOCTORA GRETCHEN TERRI LAPIDUS LAVINE

“HABER RECIBIDO EL RECONOCIMIENTO 'PROFESORA DISTINGUIDA' DE LA UAM, ES EL HONOR MÁS GRANDE DE MI VIDA.”

Nació en New Jersey, Estados Unidos, es ingeniera química por el Worcester Polytechnic Institute, maestra en Ciencias por el Massachusetts Institute of Technology y realizó su doctorado en Ciencias en la UAM, unidad Iztapalapa. Su trabajo de investigación en el área de la Hidrometalurgia es reconocido internacionalmente; tiene un enorme impacto en el ámbito nacional. A un paso de finalizar su etapa en la Casa abierta al tiempo, en entrevista para el Cemanáhuac, Gretchen platica sobre las circunstancias que la motivaron residir en México, su trabajo como docente e investigadora y su experiencia en las tareas que le han sido asignadas.

Empezó su vida académica en la UAM, en 1975, ¿cómo fue su primer contacto con la UAM? 

Cuando llegué a México me contactaron con el doctor García-Colín Scherer, del Departamento de Física y Química de la UAM, Iztapalapa, él me dijo: “Usted está por concluir la maestría, está apta para el grupo de Catálisis”. Cuando salieron los primeros concursos de oposición emanados del Contrato Colectivo de Trabajo, en 1978, se publicó una plaza de base para Ingeniería Química, concursé y me la gané.

En 1985 se presentó la posibilidad de hacer el doctorado entre la UAM y el Imperial College of Science, Technology and Medicine, en Inglaterra, fue un programa especial porque no había en México alguien que nos dirigiera la tesis, a mí y a varios compañeros, por nuestras áreas de interés. El trabajo experimental lo desarrollamos en la UAM, y la revisión se hacía en Inglaterra.

¿Cuáles fueron sus expectativas al ser parte de una institución que también se encontraba iniciando funciones? 

Entré con un grupo de ingenieros químicos, todos muy jóvenes, con deseos de cambiar la enseñanza de la Ingeniería Química, y nos involucramos en la elaboración del Plan y Programa de Estudios (PPE); en ese momento la investigación era insipiente, no había equipo para ese fin, por lo que todos estábamos abocados a la docencia y nos motivaba la idea de realizar esta tarea de manera diferente a otras instituciones de educación superior en México.

Uriel Aréchiga Viramontes se incorporó al equipo de ingenieros químicos, en ese entonces él trabajaba en la industria, fue el primero en plantear que el proyecto terminal de la licenciatura se hiciera en equipos de tres personas para trabajar en torno a la sustitución de importaciones de productos químicos que no se elaboraban en México. Que los alumnos en su último año plantearan, mediante un trabajo en laboratorio, el diseño de una planta. Este modelo académico resultó innovador en México y en Estados Unidos y se sigue practicando hasta la fecha en áreas totalmente novedosas. Es una forma en donde los alumnos aplican todos los conocimientos adquiridos en las aulas y los integren a la experimentación.

Colaboró en distintos cargos para contribuir a la consolidación de la licenciatura y de la maestría, fue dos veces coordinadora de carrera, jefa de Área, coordinadora de la maestría e integró la Comisión Dictaminadora de Área, pero nunca aceptó participar en un órgano personal ni colegiado: ¿Cuáles fueron sus motivos?

Simplemente porque nunca quise ser jefa de nada ni de nadie. El trabajo más importante para mi es la docencia, la comunicación con los alumnos. El cargo que más disfruté fue el de coordinadora de la licenciatura de Ingeniería Química, fui la primera en llevar a cabo un control académico de cada uno de los alumnos de la carrera, en ese momento sólo eran 200; tenía la lista por número de matrícula y avance académico pegada en la pared de mi cubículo, cuando venían a verme para cualquier trámite, lo primero que hacían era buscar en qué trimestre andaban, eso era una motivación para ellos, ver sus nombres en la lista y su avance con respecto a sus compañeros. Cuando notaba algún rezago entre los estudiantes, los buscaba y platicaba personalmente con ellos, traté, en la medida de mis posibilidades, de que la relación con los alumnos fuera personalizada.

La reconocemos como una profesora que apoya los movimientos sociales, siempre ha apoyado las huelgas del SITUAM, intentó organizar a los profesores temporales para su basificación, entre muchas acciones más. ¿Qué acontecimientos determinaron su posición frente a las injusticias sociales?, ¿cuál fue su papel en la consolidación del sindicato? y ¿qué contribución tuvo en la elaboración del Tabulador para Ingreso y Promoción del Personal Académico TIPPA? 

Yo viví los movimientos sociales en Estados Unidos, la huelga de hambre de César Chávez, las protestas en contra la Guerra de Vietnam; todo esto sucedía cuando estudiaba la preparatoria y no era muy consciente de los motivos de estas acciones, pero una vez que ingresé a la universidad empecé a ver cómo mis colegas se tuvieron que ir a Vietnam, inclusive mi hermano estuvo a punto de ir a la guerra; las protestas en contra del racismo, la lucha por la liberación de mujeres, y todos los movimientos sociales que se estaban dando a finales de los años 60 y principio de los 70, contribuyeron a identificar mi posición frente a esta clase de movilizaciones.

También viví la discriminación contra los negros en la costa este de Estados Unidos, en California, en contra los latinos; las huelgas y las protestas estaban en apogeo. Finalmente, mi esposo y yo decidimos salir de EU y nos venimos a México.

En los inicios del SITUAM a mí me tocó implementar una forma distinta de administrar las finanzas en las huelgas, los trabajadores me tenían confianza. Todos los recursos recaudados por boteos, aportaciones y otras actividades, las contábamos frente a todos los trabajadores y entregábamos los informes. En las huelgas los profesores del Departamento de IPH siempre se hicieron cargo de las finanzas, estoy hablando de hace aproximadamente 40 años.

Participé directamente en la construcción del  TIPPA. En ese momento los dirigentes del sindicato se reusaban a discutir el tema del tabulador, porque lo veían como una forma de autoexplotación. El problema comenzó cuando las autoridades de la UAM quisieron copiar el tabulador de la UNAM, algo que nos parecía subjetivo.

Ángel Escobar, que en ese momento era profesor de la UAM-I, Verónica Vázquez Mantecón, académica de la Unidad Xochimilco, y yo, decidimos elaborar un tabulador que surgiera de la comunidad académica de las tres Unidades, Iztapalapa, Azcapotzalco y Xochimilco. El éxito de las convocatorias nos llevó a analizar cuáles eran las diferencias entre las ciencias sociales y las ciencias duras. Ordenamos una lista de todas las actividades relacionadas con la investigación, en donde también se incluyeron a las de la docencia con diferentes categorías. El TIPPA se aprobó, por el Colegio Académico, en 1985, cabe aclarar que en este tabulador no se incluían puntajes para los puestos de jefatura de Departamento ni de Director de División, porque ellos reciben una compensación. En la siguiente revisión del TIPPA, el Colegio Académico resolvió incluir a los Jefes de Departamento, y le quitaron las categorías a la docencia dejándola con un puntaje sencillo. En la tercera revisión incluyeron una serie de requisitos adicionales para la promoción.

También se trató de implementar un tabulador para los trabajadores administrativos, ellos mismos propusieran qué aspectos se podían evaluar, como por ejemplo, la puntualidad, la capacitación, entre muchas otras cosas, para recibir un estímulo, pero un sector del sindicato se opuso.

Su campo de investigación es la Hidrometalurgia e incursiona en la lixiviación selectiva y las subsecuentes operaciones unitarias. La relevancia de su investigación reside en la obtención de metales con alto grado de pureza, como cobre, oro, plata y plomo para la industria. ¿Cuáles son los proyectos que han impactado en el beneficio de la sociedad?, y ¿cómo se ha modificado a lo largo del tiempo? 

Los proyectos de investigación se desarrollan con los estudiantes de los últimos trimestres de la licenciatura y de posgrado.

Extraemos metales como plata, oro, plomo, zinc, entre otros, contenidos en minerales mediante soluciones acuosas. Cuando empezamos a tratar los minerales, nuestra meta era la sustitución del cianuro que se utiliza en la extracción del oro y la plata. También tratamos las baterías de ion litio, que utilizan los patines y los coches, de las cuales separamos el cobre, cobalto, manganeso y níquel. De nuestros proyectos de investigación, la UAM tiene 18 patentes, la mayoría relacionadas con la Recuperación Selectiva y el Proceso de Lixiviación. Hoy en día el campo de estudio ha cambiado, ahora estamos trabajando en la recuperación de los metales contenidos en la basura electrónica. Sacamos cobre, oro, litio, carbono y plata de los dispositivos electrónicos. El último proyecto que estamos desarrollando consiste en triturar las lámparas fluorescentes, con una máquina Bulb Eater 3, que adquirió la Rectoría General de la UAM. Tratamos el mercurio y el arsénico que son residuos tóxicos; seleccionamos el itrio, otro elemento de la familia de la tierras raras, con un valor estratégico y cuando el vidrio está totalmente limpio se desecha a la basura.

¿Qué le implicó, siendo mujer, ocupar espacios que sólo estaban visualizados para los hombres?

La liberación de las mujeres era algo muy importante para mí. En New Jersey había dos universidades estatales, una para hombres y otra para mujeres, y en la universidad de mujeres no se impartían las ingenierías, y por supuesto, no me dejaban ingresar a la de varones. Estudié en el Worcester Polytechnic Institute, en ese momento el movimiento feminista estaba en auge. Yo ingresé en 1970, pero en 1972, por ley, se tenían que abrir todas las universidades y todos los trabajos a todas las personas, fueran mujeres u hombres.

Cuando estudié la licenciatura, yo era la única mujer entre 49 varones; en la maestría de 150 alumnos éramos cinco mujeres. En estos espacios tuve ventajas y desventajas por ser mujer. Por ejemplo, en la universidad era el segundo año que aceptaban mujeres, así que cuando entré a los laboratorios, no había baños para mujeres; yo tenía que entrar a los sanitarios para varones.

En México enfrenté la discriminación racial y económica, la gente morena y no se diga los afromexicanos eran y son muy discriminados, pero las protestas no llegaban a tal nivel de violencia como en EU. Yo no fui discriminada por el hecho de ser mujer, como soy güera, con educación y provenía de EU me trataban muy bien, aunque en contra de mi voluntad, estas características me abrieron muchas puertas en el campo de la industria, a diferencia de otras mujeres.

Cuando llegué a la UAM me di cuenta de que las carreras de ingeniería, aunque eran principalmente para hombres, había un cierto componente de mujeres. En la actualidad, por lo menos en Ingeniería Química, la población de alumnas es de 40%, y las que concluyen sus estudios, de 50%.

Hasta hace algunos años yo era la única académica en la licenciatura, hace aproximadamente cinco años ingresó otra profesora de base, ahora somos dos mujeres y 18 varones. Sí, se han incorporado más mujeres pero han sido temporales.

¿Qué universidad visualiza a 50 años de su creación?

Creo que como académicos no hemos impulsado el cambio generacional, somos una universidad de viejos. Por lo menos en Ingeniería Química, durante más de 20 años no se habían contratado nuevos profesores de base. Desafortunadamente, tiene que ver con la jubilación, ya que perdemos lo que ganamos con las becas y los estímulos, lo que equivalen a más de la mitad del salario base y, por esa razón, pocos aceptan jubilarse.

En referencia a la investigación y la docencia, no hemos cambiado los paradigmas de lo que se ha hecho hasta ahora, precisamente porque estamos viejos y ya no tenemos las mismas energías para innovar. Lo importante no es adquirir patentes, lo verdaderamente significativo es que las líneas de investigación estén encaminadas a resolver los problemas de la sociedad, que realmente impacten. Es algo que no hemos podido hacer, no sólo la UAM, sino la mayoría de las universidades.

¿Qué significa para usted haber sido envestida como Profesora Distinguida de la UAM?

Haber recibido el reconocimiento como Profesora Distinguida de la UAM, es el honor más grande de mi vida, para mí tiene mucho más valor que los reconocimientos nacionales e internacionales, porque no sólo es por mi trayectoria como investigadora, sino por mi contribución a la docencia. Agradezco y aprecio mucho este reconocimiento de mis alumnos y de mis colegas.

POR ROSA IDALIA DÍAZ CASTRO

Es socióloga por la UAM, unidad Iztapalapa. Su formación en el área de la comunicación ha sido a través de diplomados, talleres y seminarios en los campos de la política, la divulgación de la ciencia y el periodismo de investigación. Realizó trabajo comunitario en la zona centro sur de México. Dio talleres sobre los derechos de las niñas y los niños como integrante de una Asociación Civil. Ha impartido clases en el nivel medio superior, y trabajó como Promotora Cultural en la UAM-I. Reportera en el boletín Cemanáhuac desde hace seis años.

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